LA CARRERA HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE LA MARCA: El Naming
Naming, el nacimiento de una marca
Por cierto.., ¿cómo se llamaba esa empresa que nos visitó hace dos días? Mal síntoma si no te recuerdan. Construir una marca es mucho más que diseñar un logotipo. Es un proceso creativo fruto de un conjunto de pasos que unidos de forma coherente desarrollan la identidad corporativa de una empresa, el logotipo y su posición en el mercado. Hoy en 2SPACIOS os cóntamos qué es el Naming y cómo se construye una marca desde cero. El primer paso, de un largo camino.
Un folio en blanco, un lapicero y una empresa.
Toda obra de arte comienza en un lienzo blanco, allí donde las ideas deben ordenarse y nacer. El naming es importante porque marca la estrategia de marketing digital. Es el sello de identidad, el primer paso que dota a una empresa de significado.
QUÉ ES Y QUÉ QUIERE SER. En 2SPACIOS cuando entra en un nuevo proyecto a nuestras oficinas, lo primero que hacemos es investigar y estudiar los valores y la filosofía empresarial de nuestro cliente. El siguiente paso es conocer sus preferencias visuales y apuntarlo todo. Sí, todo, todo.
SIMPLIFICAMOS. Hacemos una lista de palabras claves que identifiquen a la empresa y deshacemos aquellas que sabemos seguro que no van a encajar en nuestro proyecto. En base a nuestros análisis previos, llega un punto de inflexión en el que nos convertimos en expertos lingüísticos en búsqueda de varios modelos de construcción sintáctica del nombre.
Según la plataforma Branzai, los tips en los que nos podemos basar son:
- Descriptivos: Cuando el nombre se basa en la descripción literal. (Thai Airlines)
- Neologismo: Cuando construimos un nuevo nombre partiendo de varios existentes (Bocadelia, Boca+Delicioso)
- Abstracto: Creamos un nombre inexistente. (Yoigo)
- Sugerente: Cuando es un nombre que habla del beneficio directo (Iberia Express)
- Evocativo: Cuando partimos de una raíz conocida y construimos algo nuevo. (Bankia)
- Asociativo: Cuando nos describe algo de forma conceptual (Champion)
LA COCTELERA. Una vez elegido el método/s, empieza la lluvia de ideas. Es hora de ir apuntando todo aquel juego de palabras que se nos venga a la cabeza. Construir diferentes opciones, tantas como creas posibles, uniendo raíces de unos, derivadas de otros. Conforme se va aunando palabras y meclánzolas, va tomando forma el proyecto y se empieza a ver algo de luz.
EL EMBUDO DE LA SELECCIÓN. De la lista que hacemos, seleccionamos aquellas que sean atractivas, breves y sonoras. Una marca debe enamorar a su público, permanecer en el tiempo y ser fácilmente recordable.
Volvemos al lienzo en blanco para teletransportar lo ideado en la cabeza a la realidad. Con los primeros datos y conscientes de las tendencias en diseño, metemos toda la información a la coctelera y ¡voila! Comenzamos a dibujar. Sí, a bocetar. El diseño llegará después, con el branding. Pero eso ya es otro capítulo, en esta larga carrera hacia la construcción de una marca.
